
Y tus dedos vuelven a crear una nueva melodía, y mis oídos ya han comenzado a cantarla. Si cierro los ojos, estás ahí, y aun que el día este blanco, se torna de un color amarillo verdoso, como un sol cálido de verano, con un viento placentero, que atraviesa por una ventana y lo tranquiliza una cortina media blanca, media invierno. Pero…pero que serena tu figura, tu persona, que con un movimiento pasivo termina de llenarme. Y la luz reflejada sobre el salón, no es más que lo que yo quisiera que brillara ahí. Pero brillas tú. Y qué puedo hacer, si al abrir los ojos ya no estás allí. Ya no veo tus manos y ya no siento el calor que llenaba el lugar hace un instante y todo se vuelve blanco otra vez. Pero el sonido aún mueve mi tímpano, aún revuelve mi estomago, aún agita mi pecho. Corto mi respiración y tomo aire profundamente para dar el suspiro más triste que podría dar estos días. ¿Volverás?Y es que tus manos llenan todo lo que palpas, aún la siento en mi hombro.
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